El poder de los verbos
Que se derraman por tus mejillas
La savia de tu piel no respira
La muerte se acerca con su fría tez
Y la existencia es una voz seca,
Sólo una canción desnuda
Que se precipita hacia el alud
El alud de los comienzos
Que nunca acaban
De las ciénagas torneasoladas
Que se desmayan a media tarde
Escribir para ser
Escribir para intentar
No descender
No caer
No dormir
Escribir para no morir
Para despertar
Para llegar hasta ti
Para no desaparecer
Durante un invierno
De la vida
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